Es una formación callosa en la planta del pie, de origen vírico, que puede llegar a ser doloroso, produciendo problemas a la marcha, por lo cual se debe extirpar.
Se puede extirpar mediante cirugía (excisión y sutura) o electrocoagulación, o utilizar cáusticos tópicos tan dispares como el salicilato o el nitrógeno líquido.
No suele haber complicaciones, salvo la lógica incomodidad tras la extirpación.